Llega el final de año y toca hacer balance sobre lo que el 2020 ha supuesto, también en términos de salud mental.
El COVID-19 nos ha sumido en un escenario inédito que para muchas personas ha supuesto, y supone, una situación de alarma continua. Pero ¿Cómo está impactando la pandemia a embarazadas y bebés? ¿Qué podemos hacer para sobrellevarlo mejor?
EMBARAZO
Las mujeres que estaban embarazadas cuando estalló la pandemia en España vivieron un choque con las expectativas que tenían de este proceso. Muchas se habían imaginado compartiendo su evolución con familiares y amigos, habilitando el nido, asistiendo a clases de preparación…
Y, de pronto, se vieron confinadas, teniendo que reajustar todos sus sueños, yendo a los controles médicos solas y preparándose para un parto incierto, con un plan pocas veces respetado por la sobresaturación hospitalaria, el miedo al contagio y la falta de recomendaciones claras.
Las mujeres que se han quedado embarazadas durante la pandemia manifiestan mayor ambivalencia afectiva durante el primer trimestre, aumento de miedos y tristeza por no poder compartir las visitas médicas con su pareja.
Para ambos compartir estos momentos era algo íntimo y especial que permitía ir construyendo un vínculo con el bebé, ir dándole un lugar y sentir su vida. Antes de notar las primeras pataditas, para los padres son las ecografías, el latido del corazón y su imagen en movimiento la forma de comenzar a tomar conciencia de que una nueva vida llega.
Debido al coronavirus, la mayoría de las embarazadas y parturientas comentan que experimentan un mayor estrés derivado de los mensajes de alarma, el miedo a la infección, el exceso de información, los protocolos cambiantes, la incertidumbre y la soledad.
PARTO
La crisis sanitaria y la sobresaturación de los hospitales, así como el desconocimiento inicial sobre este virus, han dado lugar en muchos hospitales a protocolos que cambiaban drásticamente y que han llevado a un mayor intervencionismo obstétrico, con aumento de inducciones, estimulación del parto, partos instrumentales y cesáreas.
Para muchas familias la limitación de acompañante durante el parto ha sido lo más doloroso. Ha habido padres que han conocido a sus bebés por videollamada, mujeres que han afrontado el parto en soledad, sin acompañamiento emocional, abuelos y tíos que no han podido conocer al bebé hasta semanas después.
Hay constancia de un mayor número de separaciones madre-recién nacido, no siempre necesarias, y muy traumáticas para ambos. Además, para los bebés ingresados y sus familias la dificultad añadida de la pandemia ha complicado poder atravesar estos momentos delicados.
Estas circunstancias, tal y como cuentan las mujeres y familias, han afectado al nacimiento y a la lactancia. Los estudios revelan, además, un notable aumento del estrés postraumático tras el parto, asociado a todas estas prácticas que en demasiadas ocasiones se han alejado de las recomendaciones de la OMS sobre el parto en la situación actual.
Los traumas en el parto no sólo afectan al estado psíquico de la mujer en el posparto, sino también al vínculo afectivo con su bebé, al padre y a la salud emocional de toda la familia.
POSTPARTO
Si habitualmente la soledad es una de las emociones más frecuentes durante el postparto en estas condiciones todavía lo ha sido más. Las mujeres han percibido menos apoyo social y familiar, menos cuidados y menos opciones de ocio.
Muchas no han podido o no se atreven a salir la calle con sus bebés, se sienten invadidas o no respetadas (como muchas comentáis, “¡todavía hay personas poco conocidas que se acercan a tocar y besar a mi hijo!”)
La falta de tribu, de contacto con otras familias, de grupos de crianza…han hecho que los trastornos mentales durante el puerperio también se hayan incrementado. Con la peculiaridad de que, si ya de por sí el sistema sanitario no suele detectar correctamente estos problema, con la emergencia sanitaria todavía permanece más oculta.
Tanto durante el embarazo, como en el parto y puerperio, las mujeres con COVID refieren sentimientos de culpa y responsabilidad por “haber hecho algo mal” así como miedo por contagiar al bébe. Tanto afectadas como no, el desarrollo de trastornos obsesivos relacionados con la higiene han sido frecuentes..
BEBÉS, NIÑAS Y NIÑOS
Sabemos que el bebé percibe los estados emocionales de los padres y que las madres con ansiedad o depresión tienen dificultades con algunas variables que determinan el vínculo de apego seguro. Los bebés en estas condiciones pueden mostrarse más irritables, con más dificultades de sueño o alimentación, más “alta demanda” o más dificultades para ser consolados.
El impacto de las mascarillas y de no percibir el rostro completo en personas desconocidas tendrá un efecto sobre su reconocimiento emocional y su interacción social que todavía está por estudiar.
En cuanto a los niños y niñas, para algunos ha supuesto una forma de estar más tiempo con sus familias o de no estar tan estresados con las demandas escolares. Sin embargo, para la mayoría, la pérdida de rutinas, de extraescolares, la falta de contacto social, de actividades deportivas, etc. ha impactado en su salud mental.
Estamos observando un aumento de sintomatología ansiosa y depresiva en niños pequeños. Mención especial merecen los pequeños/as en situaciones de vulnerabilidad económica, enfermedad o ambientes disfuncionales y, por supuesto, aquellos que viven malos tratos físicos, sexuales o emocionales.
¿QUÉ PODEMOS HACER PARA SOBRELLEVARLO?
La recomendación general es estar informada y estar preparada. Una mujer informada reivindica mejor sus derechos y deseos en el parto y está más preparada para afrontar el postparto a pesar de las difíciles circunstancias. Una mujer preparada se siente más segura y tiene más recursos para gestionar la situación y sus emociones.
En cuanto a los niños y niñas, es momento de hacerles saber cuánto admiramos las capacidades y fortalezas que han demostrado este año tan retador y verbalizarles todo lo que nos han enseñado.
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